Introducción
Introducción
El apellido ARTHUR en Puerto Plata lo encontramos por primera vez en "Fernando Artur", que aparece en el Libro de Bautismo de la Iglesia San Felipe, Acta #324 del 8 de agosto de 1855, bautizando a Moltier Carlos, hijo natural de Albina Simón. No sabemos quien pudiese ser este personaje, pero nunca más lo volvemos a encontrar.
"Entre 1852 y 1863 (hay discrepancia entre sus descendientes) llega la pais procedente de su Turk Island, Bahamas, Rodrick Arthur, mulato de color claro, nacido en 1849. Vino acompañando a su madre Rebeca Haven y a su padrastro Julián Cardoza" (Puerto Plata: Ensayo Histórico y Arquitectónico de José Augusto Puig Ortiz y Robert Gamble, pág. 211).
En 1868, llega Augusta Arthur, nuestra bisabuela, desde Bahamas, quien suponemos nació por el 1853, pues en el Censo de Puerto Plata del 1871 dice tener 18 años.
Es posible que exista un vínculo entre estas dos personas, Roderick y Augusta, que hemos buscado afanosamente y hasta la fecha no hemos podido encontrar. Lo verdaderamente trascendente es que estas dos personas procrearon las únicas dos familias ARTHUR existentes en el país, y que ambas lo hicieron en Puerto Plata.
Roderick casa en Puerto Plata por el 1871 con Margarita Connell, hija de William Connell, capitán de barco mercante, y Mary Owen y tuvieron una familia de once hijos.
Su padrastro, Julián Cardoza, de aparente origen en Saint Thomas, y de oficio ebanista, le educa en los conocimientos de la madera y le hace ebanista y carpintero.
Como carpintero fue muy creativo legándonos una herencia arquitectónica victoriana maravillosa, orgullo de todo puertoplateño.
En sus múltiples obras las cuales ejecutó principalmente en Puerto Plata, y algunas en Santiago y Montecristi, nunca se repitió. Cada una fue un original.
A la muerte de nuestro abuelo Adolfo Arturo Arthur, él construyó la casa que sirvió de hogar a su viuda y sus hijos, la cual perduró por unos 60 años.
Roderick muere de 92 años en 1941, en Puerto Plata. Sus restos descansan en los Nichos viejos del cementerio, en el No. 141, sin una lápida que lo recuerde.
Creemos que su numerosa descendencia deberá estar orgullosa de haber tenido un artista por ancestro en esta tierra.
Este trabajo es una muestra de respeto y reconocimiento hacia ese artífice de la madera. y su descendencia.